miércoles, 8 de junio de 2016

Primer premio del "Concurso Literario" (Modalidad: Relato de tema libre): Daniel Kiaikiay (2º B)

Más sabe el zorro por viejo...

El abuelo ya se temía que algo no iba bien cuando vio entrar en casa, abatido, a su nieto de 10 años.Lo conocía desde que era un renacuajo y sabía que algo le pasaba.
-¿Qué te pasa hijo? Preguntó el abuelo con una voz dulce y tranquilizadora.
- En la escuela me llaman bicho raro y dicen que no soy normal -dijo el chiquillo acercándosele vacilante.
-¿Y eso por qué?
-Po…po…porque a…a veces me gusta saltar a la comba con las niñas de mi curso y jugar con ellas - sollozó el niño con lágrimas en  los ojos.
-¿Y por qué te resulta tan vergonzoso? A veces somos las personas distintas y nuestros gustos las que hacen que nuestra sociedad funcione y prospere. Cada uno tenemos un papel esencial en las vidas de los demás. ¿Qué horror sería si todos fuéramos iguales!
La mueca de la cara del niño hizo ver al abuelo que no conseguía convencerlo.
-Si no lo crees, encantado estaré de contarte la historia de un chico que era más o menos de tu edad al que le sucedió algo parecido.Todo comienza en un pequeño pueblo, situado en un valle entre dos montañas.
El niño salía de la escuela seguido de un grandote niño pelirrojo acompañado de tres chicos. Parece ser que estos se divertían tirándole piedras al chavalín y gritándole todo tipo de sandeces e improperios mientras este seguía caminando sollozante. Todos los días llegaba a casa lloroso y abatido. Su padre no soportaba que no se enfrentara a ellos y  le abroncaba. Hasta que un día, harto de todo lo que le sucedía, decidió escaparse al bosque, aunque alguna vez miraba hacia atrás durante la marcha debatiendo en su mente si era buena idea, ya que durante la noche, emergían todo tipo de criaturas de entre las sombras y podían atacarle, e incluso matarlo. Pero, al menos no le harían ni la mitad de daño que le habían ocasionado su familia y compañeros. Prefería el daño físico a las burlas. Pero cegado por la decisión de marcharse del pueblo, no se dio cuenta de por dónde iba, así que se perdió. Minutos más tarde llegó a la orilla de un inmenso lago en las faldas de una montaña, al que la plateada luz de la luna llena primaveral inundaba. Se acurrucó bajo un árbol y empezó a pensar en todo lo que había dejado atrás y cómo se tomaría su padre su marcha.
- ¿¡¿¡Por qué no me dejarán en paz!?!? Se lamentaba el niño.
- Porque detectan tu miedo….
-¿¡Quién está ahí?! ¡Sal y da la cara cobarde!
De entre las sombras salió un viejo zorro, mostrando media sonrisa. Éste se le acercó lentamente. Aunque el niño, atemorizado, retrocedía gateando, pero sinapartar la vista del animal.
-Y lo dice el niño que huye de sus problemas escondiéndose como una vulgar rata, sin ni siquiera haberse  enfrentado a ellos... ¿Quién es el cobarde ahora?
El niñocontemplaba  atónito al animal.
-¿Cómo puedes hablar?
- Jeje…-vaciló el zorro- ¿De verdad quieres saberlo? Respondió el zorro con una mirada punzante y un tono severo, el niño negó moviendo la cabeza de lado a lado.
Y tras largas horas de charla y jugueteo, los dos se acurrucaron juntos para pasar la noche. Y así pasaron largos mesesde amistad y el niño empezaba a confiar plenamente en el zorro y juntos emprendieron todo tipo de viajes, de los cuales el niño aprendía valiosas lecciones. Una vez, le quitó la nuez a una ardilla porque estaba realmente hambriento, inmediatamente la ardilla saltó sobre él y empezó a arañarle y mordisquearle hasta que finalmente consiguió su preciada nuez.
El noble zorro, mientras esto sucedía, observaba los hechos sonriendo de vez en cuando. Cuando este contratiempo cesó, el niño miraba al zorro con cara de asombro y, enseguida, éste se lo explicó:
-¿Lo ves? Aunque eres mucho más grande que ella, ha peleado por lo que es suyo sin importarle el tamaño de su oponente, en éste caso, tú.  Ha defendido lo que consideraba justo-la nuez era suya y no era justo que se la arrebataras- y eso ha sido suficiente para controlar su miedo  y enfrentarse a ti.
El niño permaneció pensativo un buen rato. El zorro respetó su silencio dándose cuenta de la importancia del de lo que estaba sucediendo.
-Creo que ha llegado el momento de que regreses a tu hogar, con los tuyos;  ya has aprendido lo suficiente como para afrontar los problemas que te llevaron a perderte en el bosque.
El niño aceptó, sabía que el zorro tenía razón. Llegados al puebloel día siguiente, el niño llevaba al zorro por una serie de callejuelas para ir a su casa. En cuanto en frente de ésta se situó, el niño se giró para indicarle  al zorro que ya habían llegado, pero el zorro no estaba, cosa que no preocupó demasiado al niño ya que creía que había regresado al bosque. Comenzó Septiembre y con él las clases y los insultos de los compañeros. Al ver la cara de desprecio de aquel grandote pelirrojo cuando le llamó “bicho anormal” recordó el semblante decidido de la ardilla en el bosque y aquello del olor del miedo. Esto le ayudó a armarse de valor y al fin,se enfrentó a él:
-¿¡Qué problema tienes conmigo!?
-¡Que eres un bicho raro! -le respondió con una risita de superioridad.
- Te recuerdo que tu casa es contigua a la mía y veo todo lo que haces en el jardín por las tardes… ¿Quieres que todos lo sepan? ¿Eh, es eso lo que quieres? ¿Que se enteren? Cada uno es como es y es obligación de los demás respetarlo.
El chaval, con las mejillas encendidas de vergüenza, se giró y les hizo un gesto a su grupito de que debían irse, y éste se marchó con ellos.
-¿Enserio abuelo? ¡Qué niño más valiente!, quiero ser como él.
- Tranquilo, te pareces más a él de lo que crees…señaló el abuelo.
Y el niño lució una gran sonrisa en el rostro, y a esta, la sucedió la del abuelo, que quedó complacido por haber ayudado a su nieto.

No obstante, pensó que su nieto necesitaría de él algo más que sus historias. 

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